El Padre José Manuel subiendo al altar en la parroquia de San Giovanni en Roma.

El párroco, José Manuel Torres, S. de J.

El 1 de agosto de 2020 tuvo lugar la toma de posesión de la nueva parroquia encomendada a los Siervos de Jesús en Roma. La Parroquia de San Giovanni Battista di Cesano cuenta con dieciocho mil habitantes. El nivel socio económico es muy variado, hay desde médicos, profesionales y empresarios acomodados hasta personas que no tienen trabajo, especialmente en este período de pandemia y de grande crisis económica. En medio de estas dos clases sociales hay una buena parte de gente de clase media. Cesano toma el nombre del “Borgo” o pueblo medieval de Cesano de Roma ubicado en una colina a 240 metros sobre el nivel del mar. Está situado al noroeste de la Ciudad de Roma, en medio del campo. La comunidad está compuesta por tres tipos de personas: los oriundos, los que han llegado de muchas partes de Italia y los de otras partes del mundo, entre ellos, muchos latinoamericanos (sobre todo peruanos), rumanos (la mayoría de ellos son ortodoxos), nigerianos, etc.

Hay tres Iglesias que atender, cada una con su patrono: San Nicolás de Bari, del siglo XI; San Juan Bautista, del siglo XVII y San Sebastián mártir, del siglo XX, que es la nueva sede parroquial, donde viven los Siervos de Jesús.

Al frente, el P. José Manuel Torres Origel, S. de J., quien nos habla de esta nueva etapa de los Siervos en Roma.

¿Cómo afronta este nuevo reto en su misión?

Como siempre, con la confianza en la Providencia divina, seguro de que el Señor Jesús nos precede. Él es el principal protagonista, que nos ha llamado a seguirlo y a servirlo en la Iglesia. Él nos da la gracia día a día para hacer crecer a las personas y a la comunidad en la fe, la esperanza y la caridad. Estoy muy contento con la esperanza puesta en Dios y en la generosa respuesta de los parroquianos. Las dificultades nos están ayudando a crecer como Iglesia, comunidad fraterna y misionera.

Fachada gris de la nueva parroquia de los Siervos de Jesús en Roma

Fachada Parroquia San Juan Bautista.

Dentro del “oficio” de párroco, ¿qué trabajos pastorales le gustaría resaltar?

Rezar por mi comunidad, poder celebrar la Santa Misa, predicar, dar catecismo, administrar la comunión, también a los enfermos, confesar, bautizar, celebrar matrimonios (aunque en estos tiempos sean pocos), la pastoral familiar y juvenil (tenemos un grupo scout que nos ayuda para dar vida al Oratorio San Juan Bosco y a otros servicios dentro y fuera de la Parroquia) y la caridad con los pobres, migrantes y refugiados. Me gusta dialogar y hacer amistad con mucha gente. Aquí está el “Centro Vida Nueva” que, además de ser una realidad de dimensión diocesana en defensa de la vida, ayuda a muchas familias necesitadas, particularmente extranjeras. Tengo una buena amistad con la directora, y estamos colaborando con este Centro como Parroquia.

¿Cómo le ayuda en su labor la pertenencia a los Siervos de Jesús?

Somos un Instituto Religioso y vivimos nuestra consagración en comunidad y juntos podemos mejorar la calidad de nuestro testimonio de vida religiosa y sacerdotal. Contar con hermanos sacerdotes que hemos recibido la misma formación da muchas posibilidades para atender mejor muchos frentes de la vida pastoral. Contar con la espiritualidad ignaciana nos permite vivir y transmitir un modo muy rico y fecundo de orar y de testimoniar el Evangelio mediante una variedad de servicios por amor. El apoyo de una estructura internacional como es la nuestra, con todos sus recursos espirituales y materiales, es una ayuda muy grande que abre muchos horizontes y ofrece muchas posibilidades para una fecunda misión.

¿Y los Siervos de Jesús que le acompañan?

Tengo el privilegio de contar con una comunidad variada: El P. Humberto, apenas ordenado sacerdote el 20 de diciembre pasado, y el P. Pedro José que acaba de cumplir 10 años de Ordenación Sacerdotal y que es estudiante de Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana. Debo añadir que muchas personas se han acercado para conocer más de los Siervos de Jesús, con mucho afecto, deseosos de colaborar. También éste es otro más de los procesos que ponemos en la oración y que queremos seguir con la paciencia del campesino.

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