Entrada principal y atrio

Nuestra Señora de Guadalupe es el templo que fue encomendado a los Siervos de Jesús en 2004. Está situada en la Colonia Hogares del Batán, en Zapopan, estado de Jalisco, México. Cerca de ahí se encuentra la Basílica de Zapopan y el Convento de Nuestra Señora de la Expectación de Zapopan, dos de los lugares religiosos más visitados de toda la República Mejicana.

Según el término de Derecho Canónico se denomina “cuasiparroquia”, que es “una determinada comunidad de fieles dentro de la Iglesia particular, encomendada, como pastor propio, a un sacerdote, pero que, por circunstancias peculiares, no ha sido aún erigida como parroquia” (Canon 516). En la práctica la organización y los servicios que presta son básicamente los mismos que una parroquia.

Tiene una extensión aproximada de un kilómetro cuadrado. En ella los Siervos de Jesús atienden a más de 600 familias en un territorio aún en expansión, por la cantidad de terreno baldío que la circunda. La comunidad está formada por distintos estratos sociales, la más antigua población proviene de un grupo de damnificados de una gravísima explosión. Cáritas diocesana estableció un centro de abastecimiento para las víctimas del suceso, y las fue alojando en lo que hoy es ya el territorio parroquial. Hogares del Batán es una comunidad estable e integrada, aunque azuzada por los problemas de droga y delincuencia de colonias vecinas.

Una petición del entonces Cardenal D. Juan Sandoval de crear una comunidad litúrgica, celebrativa y que viviera en la caridad de Cristo, ha hecho en palabras del párroco, José Alfonso del Río, S. de J., que “nos hayamos abocado a realizar toda la pastoral en orden a la formación litúrgica celebrativa que tiene como centro la Eucaristía y hacer por lo tanto Comunidad Eucarística”. Esta pastoral tiene como destinatarios principales las familias, los jóvenes, y los alejados, con particular atención a los más necesitados. El Papa nos habla hoy de periferias existenciales.

El trabajo en Nuestra Señora de Guadalupe se orienta a crear centros de reflexión y educación en la fe con especial sentido misionero. También la formación de distintos equipos de catequesis infantil, de adultos y de grupos litúrgicos.

Por la problemática en general de la República de Méjico, y en particular del entorno en el que se encuentra situada Ntra. Sra. de Guadalupe, la Pastoral Social supone una columna vertebral en la labor que allí realizan los Siervos de Jesús. Esta pastoral no sólo busca la ayuda económica y la asistencia a tantas familias necesitadas con muy exiguos recursos, sino una formación integral que permita a los fieles enfrentar los problemas básicos de la familia para conseguir una vida más plena y digna, y educar personas para que por medio de su compromiso personal, social y político, puedan ayudar a la transformación de la sociedad colaborando con el plan de Dios.

P. Jose A. del Río junto a una imagen de la Virgen de Zapopan

En la catequesis infantil se forman 150 niños actualmente. Se les imparte un proceso catequético de nueve años -propio de la arquidiócesis de Jalisco- desde los cuatro hasta los doce años de edad. Con diez años, pueden recibir la Primera Comunión y posteriormente la Confirmación.

En los Encuentros Juveniles, los jóvenes, después de un proceso de formación, evangelizan a otros jóvenes. La catequesis de adultos tiene tres centros de evangelización en los cuales se atiende a todas aquellas personas que acuden en busca de la Palabra.

Completan la labor parroquial la catequesis familiar, con grupos de matrimonios y fe y la formación litúrgica, “para que florezca el sentido comunitario parroquial, sobre todo en la celebración comunitaria de la Santa Misa”, nos dice el párroco.

Finalmente contar que uno de los momentos más bellos en la comunidad parroquial es el Rosario de las Estrellas, con motivo de la fiesta del 12 de diciembre, Nuestra Señora de Guadalupe. Desde el 28 de octubre hasta el día de la fiesta, es decir, durante cuarenta y seis días, se reza el Santo Rosario, cada día en un hogar distinto de la comunidad. Esto le da un sentido muy religioso a la fiesta sin dejar de tener un gran arraigo popular. Esta tradición se basa en las cuarenta y seis estrellas que quedaron impresas en el manto milagroso de la Guadalupana.

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