Almudena Muñoz Alfaro es profesora de jóvenes en riesgo de exclusión social en un colegio de Madrid. Colabora con los Siervos de Jesús como responsable de esta sección de Educación y Familia.

¿Por qué una sección sobre educación y familia?

Es frecuente oír hablar de la existencia de “una crisis de la educación”, que los jóvenes no respetan casi nada y les cuesta creer en algo; que los resultados de PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) son preocupantes, etc.
¿Pero estamos afrontando realmente la raíz del problema? En mi opinión, no existe una simple crisis de la educación, sino una clamorosa falta de sentido en la educación. Los jóvenes piensan “¿para qué?” y nosotros, en vez de ayudarles a encontrar una respuesta, a veces estamos también perdidos en esa misma pregunta que parece difícil de contestar.

Por eso nos parece importante dedicar un espacio a la reflexión sobre la educación, que no debe limitarse al ámbito académico, sino que más bien debe comenzar en el seno de la familia.

¿Y qué es educar?

Como dijo Platón “Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza de que son capaces”. No se trata sólo de transmitir conocimientos y competencias sino de iniciar en la vida al educando; que vaya revelando su forma, sacando a la luz su verdadero yo, confiado a las manos del educador. Éste, ayudando a hacer explícito lo que es implícito, busca de manera desinteresada su bien, que será siempre aquello para lo que ha sido creado. Ésta es tarea en primer lugar de los padres, de la familia, y después, como prolongación suya, del colegio y la sociedad.

Muy bonito ¿y esto cómo se hace?

Se trata de educar el corazón, y el corazón se alimenta de la mente. Con una cabeza vacía el corazón no puede ir ni alto ni derecho; por ello es necesario dar fundamento, contenido, sentido y respuestas; aún más: orientar e indicar dónde y cómo encontrar ese sentido y esas respuestas. Desde luego no es tarea fácil. Por eso se dice que “educar es un arte”.

¿Qué se necesita para educar?

Antes que nada una convicción de que el hombre está hecho para el bien, y por eso es tarea del educador respetar y requerir la libertad del educando. Esto tal vez es lo más difícil. Yo siempre les digo “tú siéntete libre, elige”, y me encuentro con que muchas veces, precisamente es eso lo que no saben hacer: elegir, porque no han experimentado la libertad verdadera.

¿Qué tiene que ver la libertad con la educación?

Es necesario que se adhieran libremente a la propuesta que les hacemos (que ha de ser clara y positiva) para que la hagan suya y verdaderamente se pongan en juego en la tarea que les toca. Sin una adhesión personal, interior, un gustar internamente lo aprendido, no puede haber verdadera educación.

¿Qué aporta la fe en tu tarea educativa?

Una mirada diferente, un no desesperar nunca porque el Señor ya lo ha hecho todo, lo ha entregado todo y yo soy un simple instrumento de Su voluntad. Para mí la fe no es un añadido o una ayuda, sino el fundamento de mi labor como educadora.

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